Ángel de Andrés López (Madrid, 1951) ha
fallecido hoy (4 de mayo de 2016) en Miraflores, según ha anunciado la Unión de
Actores. Era uno de esos rostros
populares que probablemente el público no sabía cómo se llamaba, pero que ha
estado siempre presente en la memoria audiovisual española.
Su última aparición
en televisión fue en la serie Carlos, Rey Emperador, dando vida al papa Clemente VII, pero
sobre todo se hizo conocido por la serie Manos a la obra (1998-2001), en donde
dio vida a Manolo Jumilla Pandero, un grande de las chapuzas. Vestido de
albañil, gritaba aquello de '¡¡¡Benito!!!' al personaje de Carlos Iglesias. Aquella
serie se prolongó en Manolo & Benito
Corporeision (2006-2007).
Albañil/Papa |
Del teatro
independiente pasó al cine, con películas como las dos en las que trabajó con
Pedro Almodóvar: encarnó al marido de Carmen Maura en ¿Qué
he hecho yo para merecer esto? y
daba vida a un policía en Mujeres al borde de un ataque
de nervios.
Policía en Mujeres al borde de un ataque de nervios |
De Andrés
también actuó en Las cosas del querer, de Jaime Chávarri; ¡Oh,
cielos!, de Ricardo
Franco; Taxi, de Carlos Saura; El
perro del hortelano y Tu
nombre envenena mis sueños, ambas
de Pilar Miró; ¿De qué se ríen las mujeres?, de Joaquín Oristrell; 800
balas, de Alex de la
Iglesia; Me llamo Sara, de Dolores Payás; Antártida, de Manuel Huerga, o La
Celestina, de Gerardo
Vera. Fue candidato al Goya a mejor actor secundario con Baton
Rouge (1985), de
Rafael Monleón. Entre sus últimos trabajos de cine estaban 99.9,
En brazos de la mujer madura, Platillos volantes, Sexykiller,
morirás por ella o El
kaserón.
En televisión
participó en series como Platos rotos, Lorca,
muerte de un poeta, Contigo,
pan y cebolla, Villarriba y Villabajo, Diez
en Ibiza y Cuéntame cómo pasó.
En teatro su
último gran trabajo fue en la adaptación de Wilt, la novela surrealista de Tom Sharpe,
ácida crítica a la familia, a la educación, y los poderes fácticos con la que
subió a los escenarios junto a Fernando Guillén Cuervo y Ana Milán.
José Corbacho, actor, director, guionista y humorista ha
recordado la figura del actor: "No me gustaría caer en tópicos, pero
quiero dejar claro que tuve la suerte de conocerle como actor y como persona.
No ha logrado el suficiente reconocimiento al igual que otros tantos cómicos
españoles, por cómo es este país; si hubiera nacido en Estados Unidos le
consideraríamos a la altura de Gandolfini". De su trabajo interpretativo,
Corbacho destaca "su gran verdad". "Era de otra época en cómo
hablaba y vivía su profesión.
Recuerdo que dormía entre toma y toma, le decías: 'Ángel, al plató', y lo daba todo. Yo aprendía de él cada vez que abría la boca. Y en montaje descubría la verdad, los detalles, la humanidad que aportaba a sus personajes, pequeñas notas que no veías en el rodaje".
Recuerdo que dormía entre toma y toma, le decías: 'Ángel, al plató', y lo daba todo. Yo aprendía de él cada vez que abría la boca. Y en montaje descubría la verdad, los detalles, la humanidad que aportaba a sus personajes, pequeñas notas que no veías en el rodaje".
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